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Era gol de García Márquez

James, Cuadrado, Ospina, Yepes, Pekerman y Guarín son algunos de los colombianos que fueron a jugar una copa del mundo, el mayor trofeo que entrega el fútbol en cabeza de la FIFA. Muchas pasiones se desbordaron por las calles colombianas mientras 23 jugadores vestían el amarillo para dejar en alto el nombre de la patria.


El mundial ya ha terminado, lo ganó Alemania y Brasil preferiría no haber jugado, fue un mes de cantar, sufrir y festejar mientras la pelota rodaba por los campos brasileños y Colombia, la selección Colombia por primera vez llegó a cuartos. Dicho esto, confieso que no sabemos mucho de fútbol, llegamos, eso sí, a reconocer la reglas principales del llamado deporte rey, y con todo, lo disfrutamos.

La alegría de un pueblo, ciertamente dura poco, cualquier escape no es tan amplio como debería ser y muy pronto, la realidad rompe las ventanas para que

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la noche entre fría y desalmada como siempre ha sido en esta, nuestra amada patria. Llegó la muerte a visitarnos nuevamente, de la mano del festejo desenfrenado y la intolerancia, y tocó secamente la puerta de no pocos barrios en algunas ciudades, llegó cruzando sutilmente la línea (muy delgada en nuestro país) de la alegría y el sentimiento patriótico que nos colmaba, hacia la enemistad y la violencia.


Podríamos ahora vivir en el pasado, pero resultaría mejor pensar en cómo asumir esos regocijos que nos desbordan; en alternativas que prolonguen la pasión que nos une en la gloria de estos 23 caballeros vestidos de amarillo, y no la que nos destruye; podríamos fijar la vista hacia adelante y pretender que la alegría del colombiano pueda trascender la ilusión de un fútbol momentáneo para apreciar las diversas sendas de un deporte que no está anclado de manera exhaustiva en una gran pantalla de televisión, o en una gran marca deportiva, sino más bien en el día a día de los campos de un vecindario y de los sueños de los jóvenes que lo disfrutan.

Lo que ha quedado claro es que el reconocimiento de cualquier país, no sólo el colombiano, no puede ser reducido a 90 minutos de un juego arreglado o a los ritmos repetidos y carentes de contenido de aquellos que se llaman al trono de Apolo y que ni siquiera las musas pretenden escucharlos. Surgió la pregunta ¿qué pasaría si las alineaciones de los equipos nacionales contaran en sus líneas con más que simplemente futbolistas? Al respecto un portal de internet lanzó una posible respuesta, pero nosotros nos aventuramos a jugar menos como espectadores y más como seleccionadores.


La tarea no es sencilla, y merece algún orden específico además de pensar muy bien sobre el contrincante en el campo de juego. Primero habría que repasar que las líneas de Portugal no serían peligrosas tanto por Cristiano sino por Saramago y nadie mejor en la defensa que el mismísimo Queirós. México, sin duda no jugaría con el Chicharito ni defendería con el veterano Rafa, sus líneas se nutrirían con la magia de Sabines, el humor de Mario Moreno, la genialidad de Roberto Gómez y el gran boom delantero de Carlos Fuentes.

En España, no sería suficiente cubrir el arco con Casillas o lanzarse al ataque con Iniesta o con Busquets, Rosa Montero podría poner los pies en la tierra para jugar de frente con Cervantes, por las bandas con Ismael Serrano con la posibilidad de atacar con los goles surreales de Salvador Dalí. En Argentina, Borges, Cortázar y Girondo comandarían el equipo y dejarían a Messi, Maradona o Batistuta como ejemplos mágicos en sus grandes poemarios.


Uruguay jugaría sin los peligros caníbales de Suárez y dejaría en el terreno a Benedetti quien con Mujica saltaría sobre las defensas contrarias apoyados por los Allende o dirigidos por Galeano. Pese a estos grandes jugadores, el peligro llegaría de Grecia, pero representado por Samaras, Kone o Mitroglou, sin duda jugaría con el peso de los veteranos, el pensamiento de aquellos viejos sabios haría de cada enfrentamiento una Odisea sin Ulises y una certera goleada sin Aquiles.


Los equipos a estas alturas no son para no respetarlos, pero Colombia haría magia en la delantera con Vallejo, defendería magistralmente con Mockus, los Díaz-Granados y Asunción Silva, el banco manejado por Rodolfo Llinás haría grandes cambios durante los 90 minutos y con la soltura de Pombo, las risas de Garzón y el realismo mágico de García Márquez más de un gol se llevarían los contrincantes.


Los resultados no serán fáciles de adivinar, las jugadas, gambetas y paredes en cada juego serán mejor que las anteriores, los partidos pueden ser narrados por la voz del gol que usted prefiera, pero eso sí, para conocer la forma del juego de cada seleccionado, 4 comentaristas se sientan los sábados y con un Escape sin precedentes le hacen el quite a la rutina y con música y emociones relatan las mejores jugadas de tinta y acordeones que más identifican a los mejores jugadores.


Por

Equipo El Escape,

David Roa, Diana Cruz, Diego Ruiz y Felipe Micán.

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